miércoles, 15 de marzo de 2017

Estofado de versos.




Me pregunto si el poeta tonto existe. En ese caso, cualquier crimen suyo tiene perdón. Presenta siempre una última veladura donde el verso más abyecto refleja su aspecto humano. Todas las mañanas, cientos de estrofas inundan mi espacio privado en esta red social haciendo saltar por los aires mi paciencia. Machados y Esproncedas de última generación me están asesinando con su deslumbramiento neurológico; me han tomado por una opinante de oficio y se han lanzado en picado a zarandearme en el guirigay de sus versos. ¿La lírica se ha convertido hoy en una perra que va por la calle mordiendo a todo el que se deja? Pese a todo, si alguien quiere saber en qué consiste su poesía absoluta o metafísica le ruego que no me pregunte a mí. Mi consejo es que se la haga llegar a don Francisco José Marín Perelló, historiador que estuvo encargado de encontrar los huesos de Cervantes. Basta con que este académico los acerque a al fosa común donde se supone que están enterrados los huesos del escritor. Aquellos restos que se retuerzan, los que salgan huyendo despavoridos por el claustro de las Trinitarias, serán, sin duda, los huesos de Cervantes. Ya podéis despejar vuestra frente de laureles y de dudas, e incluso preparar un buen estofado de poemas. Pronto o tarde, mejor o peor, pero un verso detrás de otro han de ser arrojados a la olla de forma inexorable. 
 
 
 
 



Cristina González Moya
 
Por y Para Aranjuez Magazine.

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